miércoles, 30 de mayo de 2018

la escena como discontinuación


Manuel Ignacio Moyano


"Die", de Tony Smith (1962)


La escena no existe, hay que abrirla como se abre una puerta que no existe. Imaginando con el cuerpo.
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No se entra a escena, entra la escena.
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La escena no se “hace”, no se crea de la nada. Es más, su chiste consiste en que todo puede estar igual de dispuesto y que no haya escena. Para que emerja hay que discontinuar un estado de cosas que la deje emerger, abrir el tiempo y el espacio en el cual pueda suceder otro tiempo y otro espacio. Es decir, otro cuerpo (sea humano o no).  
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¿Cómo es posible que la escena sobreviva sin transformarse en un estado de cosas? Asumiendo que ella no funda nada. Es simplemente una discontinuación no fundante, no instituyente. No crea institución. Aparece y desaparece a la vez. Deja huellas, o mejor, es el dejar-huellas sin institución de contención. Y entonces, ¿cómo verificar una escena? ¿Cómo decir “hay” o “hubo” escena si no hay nada de lo cual aferrarse para afirmarla, si ella no deja de no existir? Justamente jugando al gran chiste escénico: abriendo de nuevo la misma-otra escena. Es decir, nada ni nadie puede verificar o asegurar la realidad de una escena sino volviendo a escenificarla (con los medios que sean: una palabra, un movimiento, una mirada, un silencio, estas letRAS…). Para eso no queda otra que volver a discontinuar un estado de cosas sin fundar otro. Inscribir un diferendo. La escena solo sobrevive repitiéndose (la repetición es su estructura originaria) pero repitiéndose en su método, no en su contenido o forma. Porque no es “algo” lo que se repite, sino una práctica: la discontinuación no fundante o el dejar emerger. Lo que queda después de eso no es algo ni nada, sino tiempo. No este o aquel tiempo, sino el haber-sido-sucedido. Pero para indicarlo es necesario una nueva escena. Entonces decir la escena, como este escrito, es mostrar que ella no deja de estar sucediendo. Un tiempo-ahora para el tiempo-sido: único vínculo posible. La escena no deja de “sucederse”.   
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Eso es lo performático, lo que no puede institucionalizarse sino al precio de su inexistencia total. La escena es la performance como discontinuación no fundante que jamás se estatiza en la institución teatro-danza: sobrevive en paralelo a esta institución.
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Artista escénico es quien sobrevive en la escena y en la institución, en esa disyunción, esa distancia. Un pie adentro, otro fuera. Quien asume que no siempre hay escena sino al precio de discontinuar la institución o el estado de cosas sin inventar uno nuevo.